Padres y Madres Separados

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IGUALDAD, PARIDAD Y VIOLENCIA

JOAQUIN LEGUINA EL PAIS- 4-09-2004

Los notables avances, jurídicos y reales, logrados en torno a la igualdad entre varones y mujeres, una de cuyas muestras más llamativas está en las tasas de escolarización universitaria, no evitan la evidencia del largo camino que aún queda por recorrer y que tiene su expresión más lacerante en el reparto y la remuneración del trabajo.

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Los asesinatos, malos tratos, coacciones o presiones psicológicas producidas en el seno de las parejas, de los que son víctimas, mayoritariamente, las mujeres constituyen un escándalo y lo son en una doble acepción:

1. Como hechos que conmueven y "escandalizan" las conciencias.

2. Como "escándalo" en el sentido mediático del término.

Es sobradamente conocido que un "escándalo" mediático exige, entre otras cosas, lo que los comunicólogos llaman una "espiral de silencio", lo cual significa que quien se oponga a sus premisas o pretenda analizar o, simplemente, matizar los hechos constitutivos del "escándalo" quedará, ipso facto, demonizado y, en todo caso, desautorizado.

Aprovechando este tornado arrasador es como se suelen imponer ideas simples y claras, respondan o no a la realidad. En el caso de la violencia de género, es a través del "escándalo" mediático como se expresa esa ideología fundamentalista a la que se ha hecho referencia más arriba y que en este caso maneja dos verdades "reveladas":

1. La violencia de género muestra que, en el fondo, "aquí no ha cambiado nada" en lo que atañe a las relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres.

2. La violencia de género es unidireccional, de hombres contra mujeres y nunca al revés. Además, no se trata de una patología social, sino del pan nuestro de cada día.

De poco vale exhibir contra la verdad número 1 datos que muestran los cambios profundos que se han producido en la sociedad española a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, pero hay algo más significativo que, por razones obvias, se oculta.

A saber: en los países nórdicos europeos, allí donde los indicadores de igualdad entre sexos alcanzan los niveles más altos, es donde las cifras de violencia doméstica son más preocupantes.