Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

El fondo del pozo

Lucha como si te fuera la vida en ello, porque en ello te va la vida.

Sobrevive.

No les alegres el día.

(NOTA: todavía hay quién cree que eso no puede ser verdad)

Madrid, febrero de 2007
El fondo del pozo

Pero ¿qué c? es esto?
Despierto en una celda llena de hombres y de un olor a pies que se puede cortar con el mango de una cuchara. Despierto, pero no estaba dormido. Tengo una idea nebulosa de cómo he llegado hasta aquí.

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Dos horas después intentan despertarnos a gritos. En vano, porque ya estamos despiertos casi todos. Dos clientes habituales del establecimiento sí se desperezan lentamente. Algo divertido por fin: nos entregan un cartoncito de zumo y cinco galletas maría, todo ello envuelto en un plástico que reza “Cuerpo Superior de Policía”. Galletas Madero, vamos.

Reparo en que esta gente no nos ha servido nada de cenar. Nos permiten ir al retrete y nos devuelven a la celda para hacernos esperar aproximadamente una hora más. Siempre esperar. El tiempo del cautivo vale tan poco como él. Nos esposan de dos en dos. A Yassir, apretándole tanto la muñeca que la mano se le pone morada. Protesta, pero no le hacen caso. No somos ciudadanos. Lo peor está por venir: nos meten de siete en siete en furgonetas homologadas para cuatro o cinco personas.

Sería gracioso que la Guardia Civil nos parase y multase a la Policía Nacional por llevar sin cinturón a dos chorizos y cinco asesinos de mujeres. Si no has visto una de estas lecheras por dentro, no has visto nada. El habitáculo es un cubo sin ventanas y casi hermético; hay un respiradero en el techo, pero está cerrado. También hay un ventanuco rectangular enrejado que no da al exterior sino al cogote del conductor.Mi compañero de grilletes

Pero ¿qué hago yo esposado a un tipo en un furgón?

…padece claustrofobia y los demás nos dejan que nos coloquemos tras el ventanuco. Sensación de angustia oscura en el cajón superpoblado y sin ventilación. Viaje eterno. Llegamos a lo que cuando saco la cabeza del camión de cerdos resulta ser la Plaza de Castilla. Otro hotel. Con el mismo número de estrellas. Los nacionales nos sacan del ataúd, siempre a gritos, siempre con desprecio, y aterrizamos en los calabozos más famosos de España. Aquí, la Policía volverá a tratarnos amablemente.

Deambulamos durante varias horas de celda en celda y terminamos todos en una muy grande, un habitáculo desconchado y muy deprimente. Para que esto sea El Expreso de Medianoche sólo falta que la gente dé vueltas. Prefiero no saber a qué huele. El día luce lejos, en una ventana muy alta que da a la acera. El albañal dispuesto para orinar me demuestra que no conocía el significado de la palabra “repugnante”. Si quieres exonerar el vientre, te exhibes frente a treinta personas tras un muro bajo que no tapa la mitad de tus miserias. No hay retretes dignos aquí porque aquí no hay ciudadanos sino reses. Nunca desde fuera me había parado a pensar que los de dentro se convirtieran en animales. No me parece justo ni para los culpables.

¿Cómo serán las cárceles de Marruecos?