Ante las separaciones de parejas con hijos:
Cartas a los padres
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Por Ana Isabel del Río
Ante las separaciones de parejas con hijos:
¿Qué papel juega usted?
Escribí estos días sobre la situación de las familias en las
que los padres deciden separarse. Tras ello, he llegado a
una entrevista de Ima Sanchís en 'La contra' de La
Vanguardia a Elvira Rodríguez. En ella, esta abogada
plantea las ventajas de la custodia compartida, pero no
solo eso: también la comunicación, el sentido común, los
acuerdos, el reparto equitativo de tareas, la
cooperación, que sean los propios progenitores los que
regulen cómo va a ser la familia después de la
separación y el objetivo final: la estabilidad de los niños
Publicado el
Entrevistadora y entrevistada abordan la cuestión de lo
lógica que parece la custodia compartida...
Creo que estaremos todos de acuerdo en que hacen falta nuevos modelos y respuestas a las distintas realidades que se producen en el seno de una familia.
Estas respuestas, únicas, que tengan en cuenta a todos y que se adapten a la realidad cambiante debería ir todavía más allá de los acuerdos judiciales: debería pasar por nuestra vida y la de nuestros hijos, respondiendo al sentido común, al amor por ellos y al respeto por los progenitores. Para que estos cambios necesarios puedan ser posibles es necesaria la cooperación de toda la sociedad, no solo de las parejas. Es necesario un cambio de perspectiva. Mi objetivo es cuestionar el actual estado de cosas respecto a las separaciones: no funciona y muchas personas sufren gratuitamente. ¿Cómo podríamos restaurar el sentido común?
Carta al ser humano que somos
Un día, escuché a un padre explicarle a su pequeña cómo fue que ella nació…
“Papá y mamá decidieron tener un hijo. Para ello, cada cual puso un poco de su corazón y, juntando los dos, nació el tuyo. Ese corazoncito que tú tienes contiene luz: la que traías cuando llegaste a nosotros y la que mamá y yo pusimos en él. Los dos sabemos que ese corazón lleno y entero te guiará a lo largo de tu vida. Cuando el corazón de un niño se rompe, se escapa su luz, y puede perderse. Lo último que mamá y yo desearíamos para ti es que te perdieras en la vida o te sintieras desamparada. Por eso, cada día alimentamos la chispa que te ilumina y la animamos a guiarte para que siempre sepas por dónde vas y nos sientas cerca de ti. Ella preguntó qué puede romper el corazón de un niño y él le contestó que – entre otras cosas- perder el calor de su papá o de su mamá”
Esos padres, hoy, viven separados, pero el corazón de la niña permanece entero y luminoso. Disfruta de sus padres, de sus atenciones, en sus momentos importantes, en su educación, en sus cuidados diarios. No es el acuerdo de separación el que guía qué hacer y cómo atender a la niña, es ella (y el sentido común de todos) el que orienta a esas personas que un día estuvieron desorientadas.
La pequeña les anima a hablar y a ponerse de acuerdo. Les pide verlos a los dos a la vez y compartir con ambos los momentos que sean posibles. En esa organización familiar hay más personas: un nuevo hermano, las nuevas parejas de los padres… y el resto de nueva familia. Son un caso atípico, ¿cómo es posible?
Creo que estaremos todos de acuerdo en que hacen falta nuevos modelos y respuestas a las distintas realidades que se producen en el seno de una familia.
Estas respuestas, únicas, que tengan en cuenta a todos y que se adapten a la realidad cambiante debería ir todavía más allá de los acuerdos judiciales: debería pasar por nuestra vida y la de nuestros hijos, respondiendo al sentido común, al amor por ellos y al respeto por los progenitores. Para que estos cambios necesarios puedan ser posibles es necesaria la cooperación de toda la sociedad, no solo de las parejas. Es necesario un cambio de perspectiva. Mi objetivo es cuestionar el actual estado de cosas respecto a las separaciones: no funciona y muchas personas sufren gratuitamente. ¿Cómo podríamos restaurar el sentido común?
Carta al ser humano que somos
Un día, escuché a un padre explicarle a su pequeña cómo fue que ella nació…
“Papá y mamá decidieron tener un hijo. Para ello, cada cual puso un poco de su corazón y, juntando los dos, nació el tuyo. Ese corazoncito que tú tienes contiene luz: la que traías cuando llegaste a nosotros y la que mamá y yo pusimos en él. Los dos sabemos que ese corazón lleno y entero te guiará a lo largo de tu vida. Cuando el corazón de un niño se rompe, se escapa su luz, y puede perderse. Lo último que mamá y yo desearíamos para ti es que te perdieras en la vida o te sintieras desamparada. Por eso, cada día alimentamos la chispa que te ilumina y la animamos a guiarte para que siempre sepas por dónde vas y nos sientas cerca de ti. Ella preguntó qué puede romper el corazón de un niño y él le contestó que – entre otras cosas- perder el calor de su papá o de su mamá”
Esos padres, hoy, viven separados, pero el corazón de la niña permanece entero y luminoso. Disfruta de sus padres, de sus atenciones, en sus momentos importantes, en su educación, en sus cuidados diarios. No es el acuerdo de separación el que guía qué hacer y cómo atender a la niña, es ella (y el sentido común de todos) el que orienta a esas personas que un día estuvieron desorientadas.
La pequeña les anima a hablar y a ponerse de acuerdo. Les pide verlos a los dos a la vez y compartir con ambos los momentos que sean posibles. En esa organización familiar hay más personas: un nuevo hermano, las nuevas parejas de los padres… y el resto de nueva familia. Son un caso atípico, ¿cómo es posible?