Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

¿Por qúé?

Un libro más sobre la ?guerra de los sexos?. Otro montón de páginas contando que los hombres y las mujeres somos diferentes, discutiendo conceptos de igualdad e intentando difundir ideas que todos conocemos pero que pocos nos atrevemos a decir en voz baja. Si yo fuera el lector me preguntaría si merece la pena dedicar una buena parte de mi tiempo a su lectura pero soy quien ha redactado el proyecto, recopilado información y utilizado mi escaso tiempo libre para darle forma así que sólo espero que el buen número de horas que he dedicado a trabajar en este proyecto sea útil para alguien.

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Espermatozoides y óvulos libran una peculiar batalla que da como resultado la mejor de las combinaciones posibles. De una forma diferente, ese conflicto se traslada a la sociedad en la que nos ha tocado vivir y se mantiene al igual que lo hizo día a día, año a año, siglo a siglo y milenio a milenio. La solución, tan simple y repetida como buscar la igualdad dentro de las lógicas diferencias, no parece estar a nuestro alcance pero sí la capacidad para encaminarnos hacia ella. Hoy por hoy también el mundo que marcan nuestros gobernantes y quienes tienen acceso al poder que supone dirigir los medios de comunicación parece dirigirse justo al lado contrario. Algún interés económico tendrán.

Nuestras estructuras de poder están copadas por el feminismo de género. José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español durante el tiempo que me llevó redactar este libro, se declara feminista radical. Curioso mensaje en un político que hizo de la tolerancia uno de los lemas fundamentales de su campaña. La vicepresidenta del mismo gobierno es conocida por su militancia en el movimiento feminista, y la polémica generada por la ley contra la mal llamada “violencia de género” no hace sino ratificar que el concepto de igualdad es muy relativo y que la manga ancha apunta hacia defender a toda costa los derechos de las mujeres, muchas veces pisoteando los de los hombres a quienes se convierte en ciudadanos de segunda o tercera categoría.

Tal vez nunca haya sido mayor el grado de penetración del feminismo en el poder establecido y menor su implicación con la sociedad de base. Los grupos afines cierran filas en torno a su credo como si de una secta cualquiera se tratase pero no son pocas las voces de mujeres que no quieren verse defendidas de esa forma o que temen que el peso de ese poder absoluto y casi totalitario caiga sobre sus hijos.

La sociedad es, hoy por hoy, matrilineal. Consecuencia del predominio feminista se ha exaltado la maternidad hasta el extremo, considerando que la custodia de los hijos debe otorgarse a la madre “por interés del menor” y que las nuevas familias deben vincularse a la familia de origen de la mujer quedando la del hombre en un papel meramente decorativo. Se ve como algo normal que sean las mujeres quienes decidan qué se hace en la familia y la pareja, tanto en el ámbito público como en el privado, y se valoran más sus actividades y acciones que las del hombre.

Por supuesto los medios asociados al poder feminista dan una imagen distorsionada de esta realidad, insistiendo en conceptos que en la sociedad española se van convirtiendo cada vez más en fenómenos marginales y atípicos, como el de la organización patriarcal. Nos hacen creer justo lo contrario de lo que ocurre para que podamos seguir siendo esclavos del orden que establecen, un orden que genera importantes gastos al erario público para conseguir una igualdad cada vez más desigual.

La libertad de expresión se ha convertido en un mito. Profesores universitarios criticados por atreverse a hablar de las diferencias entre géneros de un modo no favorable a las mujeres, publicaciones que cuando se refieren a esas mismas diferencias piden perdón y acaban atribuyéndolas a cuestiones metodológicas, resultados de investigaciones que se ocultan porque van en contra el discurso dominante, dificultad para encontrar en los periódicos las reseñas de los asesinatos de hombres por sus parejas y sobre todo el trato diferencial que se da a las agresiones en familia, ocultando o banalizando aquellas en las que la víctima es un hombre y enfatizando cuando se trata de una mujer, son algunos ejemplos del engaño mediático en que nos encontramos.

Muy pocas personas saben que en las últimas estadísticas publicadas por el Instituto de la Mujer el número de hombres muertos por violencia de pareja se acercaba al 20%. En su lugar hasta psicólogos que imparten cursos sobre violencia doméstica dicen con orgullo mal informado que “los hombres no la sufren”.

La sociedad es hoy más femenina que nunca. Esto ha supuesto una mejoría sobre el mundo hipertecnológico al que se acercaba la sociedad masculinizada de mediados-finales del siglo pasado pero también un retroceso en otros aspectos. La preocupación por construir máquinas cada vez más eficaces que llevasen al hombre a un estado de poder y control ha sido sustituida por un mundo en el que priman de forma superficial valores presuntamente humanos como la solidaridad, la libertad, la ayuda a los demás, etc.

Pasamos de una filosofía de naciones a otra de ONG's. Las dos tienen ventajas e inconvenientes, pero las últimas están empezando a fracasar estrepitosamente.

El objetivo de esta obra es trazar un análisis del discurso dominante desde la perspectiva de un hombre del siglo XXI. No pretendo acercarme a una verdad inequívoca, sólo dar mi visión de los hechos que están ocurriendo en el mundo a mi alrededor. Que sea compatible o incompatible, interesante o no para el lector, depende de sus esquemas.

Carlos Gallego Martín

http://elotroangulo.blogspot.com