Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

José Manuel Aguilar, psicólogo experto en divorcios

IMA SANCHÍS - 16/08/2008

(La Contra, La Vanguardia)

39 años. Nací en Madrid, vivo en Córdoba. Mi especialidad es la psicología forense y me dedico a la investigación sobre el uso de los hijos en los divorcios. Vivo en pareja.

En España nos divorciamos mal. Creo en Dios y en Thoureau, el filósofo que definió la desobediencia civil

Alienación parental, ¿en qué consiste?

Uno de los progenitores, habitualmente el que tiene la custodia, presiona psicológicamente al hijo para que rechace al otro progenitor.

¿Un motivo más para querellarse?

Como todo maltrato es un motivo para denunciar. Pero nuestra sociedad ha cambiado considerablemente en los últimos diez años y sin embargo la estructura de justicia va muchísimo más lenta.

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En ese uso de los hijos, ¿qué ha averiguado en sus investigaciones?

Los casos más comunes son los de aquella gente que pretende pasar factura por una herida narcisista, es decir, porque me has dejado, e introduce a los hijos en un problema de adultos, usándolos para que les acompañen en denuncias falsas y haciéndoles romper con todo lo que tenga que ver con la ex pareja, incluida la familia.

Como la custodia materna es automática en un divorcio, la alienación parental la suelen ejercer más las madres.

¿Son todavía pocos los varones que piden la custodia compartida?

Son tantos que incluso empieza a molestar. Cada vez más los padres luchan por no convertirse en visitadores y lentamente las leyes van cambiando.

¿Qué edad tienen las parejas que se están divorciando hoy?

Mayoritariamente pertenecen a la generación de los 60 y 70. Su nivel de formación es más alto y el reparto de papeles en el hogar está mucho más compartido que en generaciones precedentes.

Pero jurídicamente se siguen usando los mismos automatismos que en los años 90, simplemente se ha añadido alguna tarde más de visita sin tener en cuenta que la sociedad ha dado un vuelco, ahora tenemos las familias reconstruidas.

¿El novio de mamá y la novia de papá?

Sí, y los nuevos hermanitos, así que hay que hacer coincidir los regímenes de visitas para que se conozcan. Y tenemos matrimonios cada vez más breves; se separan en los primeros meses de matrimonio, con lo cual sus hijos nacen directamente en el divorcio.

Usted la llama generación obediente.

Sí, la que se educó en obedecer a sus padres y ahora obedece a sus hijos.

¿En qué fallan?

Han considerado que dar lo mejor a sus hijos es dárselo todo, y eso no es educar, es malcriar. ¿Qué es lo mejor para los hijos ante un divorcio?

Apartarles de la percepción, ya no directa, sino indirecta del conflicto. Los silencios incómodos los percibimos desde bebés. Y los niños deben tener la menor sensación de pérdida emocional posible.

Eso parece inevitable cuando uno de los dos se va de casa.

Que uno de los progenitores no viva en casa no es tan importante como que el niño sepa dónde está y tenga acceso a él. El asunto es que los regímenes de visita establecen limitaciones muy concretas y el progenitor que tiene la custodia se convierte en gestor y poseedor de los tiempos de los hijos.

Entiendo.

Sin embargo, si el niño sabe que su papá no está en casa pero puede llamarle y, como siempre, preparar con él el examen de matemáticas, es decir, tiene permiso psicológico, no habrá esa perdida emocional.

¿Cómo explicarle a tu hijo el divorcio?

Los niños deben saber a qué atenerse, pero hay que explicárselo sin dar las causas.
Le puedes decir: "Mamá y papá ya no quieren vivir juntos", pero jamás hay que decirles: "Nos separamos porque me ha sido infiel". Dar causas quiere decir establecer buenos y malos, y cuando lo hacemos les obligamos implícitamente a tomar partido.

Pero ellos hacen sus interpretaciones y sacan sus propias conclusiones.

Los niños lo asumen todo con naturalidad. Una niña de tres años en una evaluación del juzgado explicaba: "Yo tengo dos mamás y dos papás, pero sólo uno es mi papá y sólo una es mi mamá". Por encima de todo, aunque nos divorciemos, seguiremos siendo la familia de nuestros hijos.