Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

De la FALSEDAD "femenina" y sobre mujeres patologicamente falsas

Por Miguel Ángel Gallardo Ortiz, Criminólogo, en
http://www.cita.es/conmigo
Página publicada en http://www.cita.es/falsas

Dedicado a la única mujer que, tal vez, sea capaz de mentir por mí Ella sabrá la razón, pero yo se lo agradezco así.

Publicado el

Para conocer profundamente la fenomenología de la falsedad hay que conocer la teoría del conocimiento. Kant decía, hacia el final del prólogo a la segunda edición de su Crítica de la Razón Pura, que el conocimiento de las cosas pasa por conocer las formas que tenemos de conocer.

En esta pretensión de "conocer cómo conocemos", y "cómo podemos conocer " (científicamente), la fenomenología criminológica de género puede ocuparnos, y preocuparnos, hasta límites insospechados por los jueces (y por las jueces o juezas, como ellas prefieran). Kant distingue muy bien en su Lógica al definir los " , - Paralogismos , -Sofismas . Llámase raciocinio delusorio (fallacia), a aquel que es falso en cuanto a la forma, aun que parece legítimo. Este raciocinio es un paralogismo cuando nos engañamos a nosotros mismos, y sofisma si se intenta engañar a los demás".

Cuando ciertas mujeres falsean la realidad, es realmente difícil distingur entre sus Paralogismos , y sus Sofismas . Es muy interesante poder llegar a hablar con mujeres cultas sobre la diferencia entre uno y otro, y sobre su opinión de la falacia femenina.

Uno de los primeros problemas de la buena observación es el observador mismo, y cómo se observa a sí mismo. Es metafísicamente imposible que un fenómeno de género pueda ser observado de igual manera por un hombre, que por una mujer, con independencia de cuál sea el fenómeno de género observado. Eso no significa que no haya minorías de hombres que puedan observar u opinar como la mayoría de las mujeres, ni a la inversa, que no pueda haber minorías de mujeres que no puedan observar u opinar como la mayoría de los hombres, y por supuesto, tampoco significa que un@s u otr@s sean más o menos masculin@s o femenin@s Pero las asimetrías, y más aún, los buenos análisis de asimetrías de observadores y observados son extraordinariamente útiles para el observador consciente de que lo es, y también de que es observado.

Quizá este razonamiento no sea suficiente para disculpar al (mal) observador, pero al menos evidencia su intención, una vez más, de pedir disculpas así.

Por lo general, lo mucho que conocen las mujeres de la falsedad de los hombres contrasta con lo poco que conocen los hombres de la falsedad de las mujeres. Para una mujer inteligente es relativamente fácil conseguir la confesión o la compensación por una falsedad masculina. Sin embargo, un hombre no menos inteligente se defiende con torpeza de la falsedad femenina, muchas veces de manera contraproducente para sus propios intereses, como si estuviera en unas arenas movedizas en las que se hunde más cuanto más hace por tratar de salir de ellas, o atado por un nudo corredizo que le aprieta más cuanto más hace por liberarse de él, o en los juzgados, resultando mucho menos creíble cuanto más hace por intentar demostrar la falsedad de una mujer.

Quizá haya que profundizar, y hacer profundizar a las instituciones, en los más legítimos medios de defensa del hombre contra la falsedad de las mujeres, como ya se ha hecho en la merecida instrumentación, y a veces, en la peligrosa instrumentalización, de otros derechos de defensa que más han requerido las mujeres.

No es posible un enfoque ingenuo, ni es decente otra visión frívola, de la falsedad, masculina o femenina, y peor aún es hacer maliciosamente una acusación de falsedad cuando hay más veracidad en la otra parte. Para probar una mentira, hay que saber mentir. Platón describió maravillosamente, en La República 334 y páginas siguientes, la dificultad de distinguir entre los buenos amigos que no se ocupan o preocupan por parecer que lo son, y los malos enemigos que sí se preocupan y ocupan por parecer buenos amigos, sin serlo (un mal amigo es peor, mucho peor, que un buen enemigo, y en cualquiera de los casos, la falsedad y el conocimiento cierto de lo que es o no falso, suele ser la clave para la amistad, y más aún para la enemistad).

Más difícil aún es distinguir a una mujer ignorante de otra que inteligentemente disimula su propia inteligencia para parecer más creíble en su inteligente falsedad, bien camuflada de falsa desesperación. Y tanto una como otra suelen ser, en un juzgado, o en una comisaría de policía o en un cuartel de la Guardia Civil, muchísimo más peligrosas de lo que la mayoría de los hombres pueden serlo, por mucho que se lo propongan, al menos, cuando sólo cuentan con su palabra y una frecuentemente vulnerada "presunción de inocencia".

La mujer no suele mentir igual en perjuicio de un hombre, que cuando lo hace en perjuicio de una mujer. La inteligencia detecta a la inteligencia, por lo que una mujer inteligente no comete el error de utilizar su propia inteligencia en perjuicio de otra que va a saber defenderse, e incluso atacar, con armas parejas. La falsedad más inteligente busca la asimetría, y la debilidad, incluso hasta provocar y aprovechar la indefensión del contrario