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De la FALSEDAD "femenina" y sobre mujeres patologicamente falsas

Por Miguel Ángel Gallardo Ortiz, Criminólogo, en
http://www.cita.es/conmigo
Página publicada en http://www.cita.es/falsas

Dedicado a la única mujer que, tal vez, sea capaz de mentir por mí Ella sabrá la razón, pero yo se lo agradezco así.

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Una vez definida parte de la gran incertidumbre existente en la doctrina legal sobre la "falsedad de género", invitando a referenciar jurisprudencia que, en el sentido metodológico, discrimine sobre autorías y víctimas de falsedades según su sexo, aparece un abismo mucho mayor, y más peligroso, para abordar el estudio de las tendencias y "modus operandi" de cada sexo en relación a la falsedad imputable legalmente .

Entre la "femininidad" más seductora y zalamera hasta el "feminismo" más reivindicativo y radical hasta ejercer una cierta "violencia judicial" (entendida como la coacción legal a sabiendas de la falsedad de la acusación, o de que no se imputa un delito, sino una responsabilidad civil como máximo) sometiendo a la "pena de banquillo" al macho a someter, existe un amplio espectro de perfiles, conductas, actitudes y aptitudes femeninas para la mentira en el ámbito judicial. Este espectro no es paralelo al que cabe suponer que representaría a la falsedad masculina en sedes judiciales. En los juzgados y tribunales, en términos de estimación estadística para la categorización rigurosa que evita los tópicos fáciles, las mujeres y los hombres mienten cuantitativa y cualitativamente de maneras significativamente distintas.

Las comparaciones pueden llegar ser auténticamente odiosas, pero son necesarias para contrastar la(s) fenomenología(s) de la(s) falsedad(es) por sexo(s).

Un interesante libro titulado Porqué los Hombres no escuchan y las Mujeres no entienden los mapas dedica su segundo capítulo ("Tiene mucho sentido") a la observación y análisis de las diferencias psico-senso-perceptivas y dentro de él hay dos apartados de particular interés en este punto. El primero ("Porqué las mujeres tienen un sexto sentido") da una perspectiva histórica a la habilidad femenina para predecir el destino de una pareja, para descubrir a mentirosos, para comunicarse con los animales y descubrir la verdad (al menos, algunas verdades que a las mujeres les interesan, y tal vez a los hombres no tanto).

El segundo se resume espléndidamente en su título: "Porqué los hombres no le pueden mentir a una mujer ".

Las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres han sido investigadas científicamente con gran profundidad y siempre discutibles resultados, pero no que existan ciertas importantes diferencias. Una de las principales referencias mundiales en el estudio es la profesora Doreen Kimura, de la Simon Fraser University, BC, Canada que publicó "Cerebro de varón y cerebro de mujer" en la revista Investigación y Ciencia , de Noviembre de 1992.

El artículo da lugar a una controversía racional sobre la "discriminación positiva" y prueba experimentalmente "diferencias" neurofisiológicas entre hombres y mujeres. El último trabajo publicado 12 años después por Doreen Kimura "Human sex differences in cognition: fact, not predicament" publicado en Sexualities, Evolution & Gender, 2004, 6, 45–53 concluye, literalmente, que "Sex differences in cognition are not trivial nor have the most salient differences declined over the last three decades. There is compelling evidence that sex hormones are a major influence in the organization, and perhaps the maintenance, of cognitive sex differences. Anatomical brain differences are also well established, though we have yet to associate these firmly with the cognitive sex differences. While it is reasonable to question the specifics of the traditional hunter-gatherer evolutionary schema, it is argued that it remains valuable in providing a paradigm for understanding human sex-differentiated behaviour, since it is capable of generating hypotheses that can be tested" .

Su lectura viene a demostrar, por evidencias multidisciplinares, que el (des)equilibrio hormonal condiciona el comportamiento, y por lo tanto, también el proceso cognitivo, y que éste es distinto en el hombre y la mujer.

Sobre esta incontrovertible diferencia endocrinológica concurren otras diferencias estructurales y fisiológicas de los cerebros masculino y femenino, aunque no se hayan asociado todavía con las diferencias cognitivas que tal variedad de diferencias provoca. Por último, la división del trabajo y la evolución social permite comprobar científicamente hipótesis sobre el diferente comportamiento del hombre y la mujer, incluyendo, como se está proponiendo aquí, la actitud hacia la verdad, y hacia la veracidad, y más concretamente, hacia la falsedad