Padres y Madres Separados

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VIOLENCIA DOMÉSTICA QUI PRODES

Hace dos años y medio, poco antes de promulgarse la Ley Integral contra la Violencia de Género, la Plataforma por la Igualdad y la Custodia Compartida, colectivo de más de 30 asociaciones de madres y padres separados y asociaciones defensoras de la igualdad entre mujeres y hombres, afirmaba que está ley provocaría un aumento de muertes de mujeres

Rafael Rodrigo Navarro.

Licenciado en filosofía y doctor en psicología por la Universidad de Valencia.

Secretario de la Plataforma por la Igualdad y la Custodia Compartida

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El argumento esgrimido, que volvió a repetir en su comunicado del día 12 de febrero de 2006, era que se trataba de una ley hecha no para proteger a la mujer sino para conseguir su voto.

Efectivamente todas las fuerzas políticas en su día se habían apuntado a la aprobación de la ley, seguramente si haberla leído atentamente, pues de lo contrario nos cuesta creer que un parlamento democrático haya votado una ley con una tal urdimbre totalitaria, tan contraria al estado de derecho y consecuentemente tan contraproducente.

El Consejo del Poder Judicial hizo una crítica exhaustiva de los aspectos inconstitucionales de dicha ley y representantes del moviendo feminista igualitario afirmaron, parangonando a Elisabeth Badinter, que “íbamos por el mal camino”. Pero la prepotencia política del momento no les tuvo en cuenta.

¿Se puede utilizar medios malos para conseguir fines buenos? Todos, siguiendo principios éticos, decimos que no. De lo contrario podríamos hasta justificar la violencia utilizada por terroristas cuando luchan por un mundo mejor.

Sin embargo la ley contra la violencia de género es una ley irracional basada en el odio y la descalificación, se inspira en dogmas y sigue una estrategia orweliana para lo que llama erradicar la violencia contra la mujer. Utilizar tesis como la del poder patriarcal del hombre sobre la mujer para justificar una persecución generalizada a todos los hombres (ver título preliminar de la ley en la que se habla de su objeto) ha de llevar a lo que pronosticaron eminentes juristas : una redada indiscriminada de hombres que iba a hacer casi imposible la protección de la mujer y la localización de los maltratadotes.

Hacer pasar por los calabozos a más de setenta mil hombres cada año saltándose el más elemental principio de presunción de inocencia y causando daños de profundos e irreparables, no parece la mejor medida para proteger a la mujer.

Pero hay más, se trata de una ley promulgada desde la mentira. Sistemáticamente desde los años noventa se han ido mezclando los conceptos de violencia de género con los de violencia doméstica y se han manipulado las estadísticas y consecuentemente la opinión pública para hacer posible la promulgación de una ley de inspiración totalitaria y contrarrestar la posible resistencia de aquellos ciudadanos sensibles a la pérdida de derechos civiles.

La consecuencia más inmediata de la mezcla de estos dos conceptos y la manipulación de las estadísticas es un desenfoque de lo que es la violencia doméstica. Debido a este desenfoque, tomar por violencia de género lo que es violencia doméstica, desde los años noventa han ido aumentando las muertes de mujeres a manos de sus parejas y exparejas pero también las muertes de hombres a manos de sus parejas y exparejas, los suicidios de unos y otros, la muerte de niños, la violencia de los adolescentes contra sus padres y las agresiones a las personas de mayor edad dentro del ámbito doméstico.