CONSECUENCIAS EN LA INFANCIA VÍCTIMA DEL ALEJAMIENTO PARENTO-FILIAL
EN LOS PROCESOS DE SEPARACIÓN Y DIVORCIO CON HIJOS.
Los estudios realizados en las últimas décadas sobre las consecuencias del divorcio en los hijos, reflejaron que esta situación de ruptura familiar no presentaba mayores problemas en los menores que los que se daban en las familias unidas.
ABFaM
Associació Catalana pel Benestar Familiar del Menor
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ESTA CONCLUSIÓN SE BASA EN QUE EL SÍNDROME DE ALINEACIÓN PARENTAL ES PRINCIPALMENTE DEBIDO A LA PATOLOGÍA DEL PROGENITOR ALIENANTE Y LA RELACIÓN QUE ÉSTE ESTABLECE CON LOS HIJOS.
Mayor y Labrador, en su Manual de Modificación de Conducta, y en el apartado Técnicas de reducción de ansiedad recomiendan que si los intentos de eliminar el trastorno de ansiedad a través de una terapia de “ desensibilización sistemática” fracasan (eliminación progresiva de la fobia generada), se deberá aplicar una terapia de INUNDACIÓN.
Es decir, aplicado al caso que nos ocupa, en que los hijos rechazan a uno de los progenitores por la manipulación psicológica del que han sido víctimas,
LOS MENORES DEBERÁN ESTAR CON EL PROGENITOR RECHAZADO, EN UNA PRIMERA INTERVENCIÓN, UN PERIODO LO SUFICIENTEMENTE AMPLIO DE TIEMPO ( VARIOS DÍAS),COMO PARA QUE LOS MENORES PUEDAN COMPROBAR POR ELLOS MISMOS QUE LOS MIEDOS HACIA EL PROGENITOR RECHAZADO SON INFUNDADOS Y LOS NIVELES DE ANSIEDAD REMITAN.
Mayor y Labrador únicamente incluyen el abordaje psicológico del problema, sin tratar el tema de las decisiones judiciales.
Un ejemplo muy común y que puede reflejar una situación emocionalmente similar y de una manera muy gráfica sería el padecimiento de muchos niños de edad temprana en su primer día de escuela. Son frecuentes los episodios de ansiedad, miedo a lo desconocido, miedo a la separación de sus padres, etc, etc...
Normalmente el estado de angustia remite a las pocas horas, y aunque perduren estos episodios varios días, la normalidad acabará por instaurarse.
Si hiciéramos caso de las reacciones negativas y angustiosas que tienen algunos niños en el momento de dejar a sus padres cuando han de entrar en el centro escolar, éstos nunca hubieran asistido a clase, en una errónea solución del “problema”. En cambio, a pesar de la angustia, lloros y padecimiento momentáneos, la determinación es clara: los menores entran en la escuela, y el episodio de angustia remitirá sin duda.
Volviendo al restablecimiento de las relaciones familiares, y tras iniciar la terapia de INUNDACIÓN que intenten restablecer las relaciones parento-filiales, se deberá señalar un calendario de estancias que permitan mantener dicha relación lo más ampliamente posible a la vez que se supervisa la evolución de dicho tratamiento.
Especialmente se debe prestar atención a los posibles retrocesos que se pueden producir tras volver al entorno “alienador”para evitar posibles involuciones en la estancia.
No obstante, y en la mayoría de los casos en los que se produce un rechazo severo, la única medida que eliminará casi en su totalidad la actitud de la persona alienadora y los efectos que ésta tiene en los menores pasa por un cambio de custodia señalado judicialmente, a la vez que se debería iniciar una terapia de ayuda a la persona alienadora si es que la actitud corresponde a un trastorno psicológico que le permita dejar atrás una posible patología habitual en la personalidad de las personas alienadoras:
Paranoidismo,
Trastorno de Ideas Delirantes Inducidas,
Trastorno Límite de la Personalidad,et...
De todas maneras si bien en algunos casos pudiera subyacer una patología de ámbito psicológico, en muchos de los escenarios de conflicto matrimonial, donde se puede diagnosticar un S.A.P., se encuentra una decisión individual, con una fuerte influencia social y de repetición de modelos de crianza aprendidos, en la que se expresan determinados rasgos de personalidad.
Sea por el motivo que sea, la infancia debe de estar protegida de estas actitudes que le produce un daño irreversible.
Mayor y Labrador, en su Manual de Modificación de Conducta, y en el apartado Técnicas de reducción de ansiedad recomiendan que si los intentos de eliminar el trastorno de ansiedad a través de una terapia de “ desensibilización sistemática” fracasan (eliminación progresiva de la fobia generada), se deberá aplicar una terapia de INUNDACIÓN.
Es decir, aplicado al caso que nos ocupa, en que los hijos rechazan a uno de los progenitores por la manipulación psicológica del que han sido víctimas,
LOS MENORES DEBERÁN ESTAR CON EL PROGENITOR RECHAZADO, EN UNA PRIMERA INTERVENCIÓN, UN PERIODO LO SUFICIENTEMENTE AMPLIO DE TIEMPO ( VARIOS DÍAS),COMO PARA QUE LOS MENORES PUEDAN COMPROBAR POR ELLOS MISMOS QUE LOS MIEDOS HACIA EL PROGENITOR RECHAZADO SON INFUNDADOS Y LOS NIVELES DE ANSIEDAD REMITAN.
Mayor y Labrador únicamente incluyen el abordaje psicológico del problema, sin tratar el tema de las decisiones judiciales.
Un ejemplo muy común y que puede reflejar una situación emocionalmente similar y de una manera muy gráfica sería el padecimiento de muchos niños de edad temprana en su primer día de escuela. Son frecuentes los episodios de ansiedad, miedo a lo desconocido, miedo a la separación de sus padres, etc, etc...
Normalmente el estado de angustia remite a las pocas horas, y aunque perduren estos episodios varios días, la normalidad acabará por instaurarse.
Si hiciéramos caso de las reacciones negativas y angustiosas que tienen algunos niños en el momento de dejar a sus padres cuando han de entrar en el centro escolar, éstos nunca hubieran asistido a clase, en una errónea solución del “problema”. En cambio, a pesar de la angustia, lloros y padecimiento momentáneos, la determinación es clara: los menores entran en la escuela, y el episodio de angustia remitirá sin duda.
Volviendo al restablecimiento de las relaciones familiares, y tras iniciar la terapia de INUNDACIÓN que intenten restablecer las relaciones parento-filiales, se deberá señalar un calendario de estancias que permitan mantener dicha relación lo más ampliamente posible a la vez que se supervisa la evolución de dicho tratamiento.
Especialmente se debe prestar atención a los posibles retrocesos que se pueden producir tras volver al entorno “alienador”para evitar posibles involuciones en la estancia.
No obstante, y en la mayoría de los casos en los que se produce un rechazo severo, la única medida que eliminará casi en su totalidad la actitud de la persona alienadora y los efectos que ésta tiene en los menores pasa por un cambio de custodia señalado judicialmente, a la vez que se debería iniciar una terapia de ayuda a la persona alienadora si es que la actitud corresponde a un trastorno psicológico que le permita dejar atrás una posible patología habitual en la personalidad de las personas alienadoras:
Paranoidismo,
Trastorno de Ideas Delirantes Inducidas,
Trastorno Límite de la Personalidad,et...
De todas maneras si bien en algunos casos pudiera subyacer una patología de ámbito psicológico, en muchos de los escenarios de conflicto matrimonial, donde se puede diagnosticar un S.A.P., se encuentra una decisión individual, con una fuerte influencia social y de repetición de modelos de crianza aprendidos, en la que se expresan determinados rasgos de personalidad.
Sea por el motivo que sea, la infancia debe de estar protegida de estas actitudes que le produce un daño irreversible.