Padres y Madres Separados

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Alienación Parental según JM Aguilar

S.A.P. Síndrome de alienación parental

El primero en nombrar el Síndrome de alienación parental fue Richard Gardner en 1985, profesor de Psiquiatría Clínica del Departamento de Psiquiatría infantil de la Universidad de Columbia, este definía el S.A.P. como un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de los niños, cuando el niño sufre un sistemático lavado de cerebro por parte de uno de los padres.

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¿QUE PUEDO HACER? ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO

Luchar contra el SAP es luchar contra las actitudes distorsionadas que lo han construido.

La actitud de un sujeto es la disposición aprendida a responder de modo particular a los sujetos y objetos de su entorno.

Las actitudes se componen de tres elementos: lo que una persona piensa ( componente cognitivo), lo que siente ( componente emocional), y el modo en que lo transforma en acciones ( componente conductual).

Si queremos cambiar una actitud debemos actuar sobre varios de los elementos que la forman, y siempre disponiendo de la máxima información posible sobre su constitución y apoyos.

En general podemos considerar que la construcción de las actitudes es un aprendizaje más en el cual el priming afectivo y el condicionamiento evaluativo tienen un papel muy relevante.

Para modificar el priming afectivo y el condicionamiento evaluativo debemos recurrir a la experiencia directa mediante distintos aprendizajes.

En las actitudes construidas en el SAP el aprendizaje vicario tiene suma relevancia.

La principal tarea que debemos tener en cuenta es el intento de que estas actitudes no se consoliden.

La estrategia de eliminar todo contacto entre el progenitor alienado y el hijo es la peor decisión que puede adoptarse en un caso de SAP.

El progenitor alienado debe hacer un gran esfuerzo para no entrar en los ataques y vejaciones de las que es objeto.

No debemos dar argumentos que favorezcan críticas negativas sobre nuestro comportamiento. Debemos buscar oportunidades de hacer cosas juntos.

Si su hijo le recrimina que no pasó suficiente tiempo con él antes del divorcio, el progenitor debe transformar esto en una petición que le realiza su hijo, la cual debe satisfacer con un compromiso.

La estrategia que debemos adoptar es convertirnos en un junco que se dobla con el viento, siempre recto y entero en cuanto el viento se cansa de soplar.

Una frase cargada de humor logra decir lo que queremos y transmitir lo absurdo de la conducta del otro, sin herir en ningún momento los sentimientos de nadie.

Nunca debe obligarse al niño a llevarse el objeto ya que, en cuanto llegue a casa del progenitor custodio, terminará en la basura con toda seguridad.

El progenitor alienado tiene pocas posibilidades de conocer la vida de su hijo, por ello debe potenciar todas aquellas situaciones que le aporten información sobre sus creencias, ideas, inquietudes y gustos.

La complicidad, considerando que se están tratando asuntos emocionales con una fuerte carga positiva, es un arma que puede acercar a ambos.

Debemos revestirnos de credibilidad, de aquellas capacidades y posibilidades que el otro progenitor siempre ha negado que poseyéramos.

Si en algún momento el progenitor necesita comentar con el hijo algún asunto o episodio desagradable acaecido entre él y su ex pareja,, o entre él y su hijo, debe elegir aquel momento de tranquilidad, de sosiego, que le permita hablar en la voz más baja posible.

Pedir a otra persona que interceda, aproximándose a él, para que puedan hablar del tema que os preocupa o temporalmente os ha distanciado.

El error de los progenitores es que, al disponer de poco tiempo con ellos, fuerzan la situación, logrando empeorar las cosas.

El principal factor para mover al cambio es la credibilidad del sujeto que los defienda.

El segundo factor es la capacidad de controlar premios y castigos, y por tanto placer y dolor, que el comunicante posea.

El último elemento que debemos considerar relevante en el cambio de actitudes es el atractivo.

Si esto es así, permitir el mantenimiento del contacto con el progenitor alienador, es permitir el diario abuso emocional sobre el hijo.

La solución debe ir en la dirección de una respuesta severa e inflexible de la Administración de Justicia, en coordinación con los Equipos Psicosociales y peritos psicólogos de parte participantes en el proceso.