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VIOLENCIA DEL GÉNERO BOBO

LA RAZÓN, 20/11/2005

Cuando un hombre golpea a una mujer, estamos técnicamente ante lo que se llama violencia de género.

Si ocurre que es la mujer la que arremete contra al hombre, estamos en principio ante un caso de defensa propia o, como dicen algunas feministas, «violencia reactiva», que es una violencia como sin querer, involuntaria, un simple acto reflejo, algo así como una violencia del género bobo

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A un hombre que llamó anoche a Radio Nacional de España para quejarse de que su mujer le pegaba sistemáticamente, la juez Raimunda Peñafort le aconsejó algo así como que saliese huyendo, porque, como las señoras corren menos, difícilmente su cónyuge le daría alcance.

Pero nada de revolverse, como habría hecho ella si la iniciativa agresora partiese de su marido. Por lo visto, en defensa propia al hombre sólo le está permitido morir. El noventa por ciento de los oyentes que telefonea al programa son hombres dolidos por las injusticias legales que aseguran padecer.

La señora Peñafort se desembaraza de los apuros proclamando que se necesita una jurisdicción especial para mujeres maltratadas porque suele ser femenina la mayoría de la sangre derramada en los litigios domésticos y en la violencia de género.

Llevando el meteorológico rasero de la sangre a otros sectores de la violencia, la misma justificación tendría una jurisdicción especial para hombres bajitos, para tipos delgados o enclenques, para miopes, sacristanes, estilistas y poetas, que en las peleas masculinas suelen llevar las de perder frente al camionero y frente al albañil, que cargan a sus espaldas el agravante penal de tener las manos más grandes y más pesadas, la voz más resuelta y ese criminal desparpajo que dan la expectoración y el tute.

Quiere decirnos la señora Peñafort que a los juzgados hay que dotarlos no sólo de ordenadores y funcionarios, sino también de básculas para el pesaje del agresor y de la víctima. Y, claro, la báscula jugaría casi siempre a favor de las mujeres, que se inclinan más por la violencia psicológica, que es una cosa que no deja rastro radiológico en las placas del Insalud.

Escuchando a la juez Raimunda Peñafort he llegado a la desoladora conclusión de que si te revuelves contra la mujer que te pega, eres un criminal, y que si ella te envenena lentamente en el almuerzo, ¡joder, muchacho!, si ella te envenena, eres un gourmet. Incluso pensé que si me asesinase una ventrílocua, la juez Peñafort metería en la cárcel al muñeco.

José Luis ALVITE