Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

NUEVO MATRIMONIO: EL GATILLO PARA DISPARAR EL S.A.P.

Richard A Warshak
- University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas, Dallas, Texas, USA

Periódico americano de Terapia Familiar. Número 28, pags. 229-241 - Año 2000.

Los esfuerzos de adaptación para ajustarse a un segundo matrimonio pueden provocar o exacerbar el Síndrome de Alienación Parental (PAS).

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El error de Ofelia, muy frecuente entre aquellos padres que son el objeto de la alienación, fue esperar demasiado antes de actuar. Esto sucede generalmente cuando no se entienden correctamente las dinámicas y el curso del PAS. Algunos padres, que reconocen que sus niños han sido manipulados, aún encuentran difícil no tomarse el rechazo de manera personal.

Pueden responder con resentimiento y rabia y devolver el rechazo a sus hijos. Otros padres esperan que la paciencia tendrá sus frutos y que los niños retornaran al sentido común y recuperarán espontáneamente sus sentimientos positivos.

Es muy importante que los padres objeto de la alienación comprendan que la ausencia de contacto con sus hijos crea un fértil habitad para mensajes envenenados, que arraigan y proliferan por encima de los recuerdos positivos de la relación padre-hijos. Aísla a los niños de la información y de aquellas experiencias que les podrían ayudar a comprender contradiciendo la programación a la que han sido sometidos. Y esto hace a los hijos más dependientes del padre que fomenta la alienación (Clawar & Rivlin, 1991).

Algunos terapeutas contribuyen al proceso recomendando posponer el contacto padres e hijos mientras que emprenden una psicoterapia tradicional e individual con el niño. La esperanza reside en que la terapia hará reemerger los sentimientos positivos del niño hacia el padre alejado. Una situación análoga a la de recomendar que un niño al que no le guste el colegio permanezca en casa hasta que la terapia para que el niño venza su ansiedad surta efecto. Los terapeutas deberían comprender que esta estrategia respecto al PAS tiene escasas posibilidades de funcionar. Como apunta Lund (1995), "Si el contacto entre padre e hijo se interrumpe, hay probabilidades de que se desarrolle un patrón conforme al cual será difícil salvar la relación" (p. 314).

No hay en toda la literatura científica ni un sólo caso reportado de tratamiento efectivo contra el PAS, desde los más severos hasta los más moderados, que no pase por reforzar el contacto entre los hijos y el padre alejado (Clawar & Rivlin, 1991; Dunne & Hedrick, 1994; Gardner, 1998; Lampel, 1986).

Si el padre alejado consulta al terapeuta en las fases iniciales de PAS, la recomendación debe ser mantener el contacto con los hijos, y trabajar para ayudar gradualmente a los niños a comprender las manipulaciones a las que están sometidos y cómo contrarrestarlas.

Cuando se pasa consulta a padres como Ofelia, cuyos niños están resistiéndose a pasar tiempo con elles o bien cuyo acceso está siendo restringido por el ex cónyuge, los terapeutas deberían advertirles que el objetivo es restablecer el contacto personal cara a cara de manera regular tan pronto como sea posible. La intervención en las primeras fases es crucial. Como con todos los casos de PAS y de otras perturbaciones emocionales, la intervención en las fases tempranas son las que gozan de mejor probabilidad de triunfar.

Cuanto más se prolonga la alienación, más difícil resulta deshacer el daño. En el caso de Ofelia, ninguna cosa menos efectiva que una orden judicial para forzar su acceso a su hija podría empezar a resolver el problema.

Cuando se trabaja con padrastros excesivamente competitivos, los terapeutas pueden intentar ayudarles a comprender que pueden mantener importantes roles respecto al niño sin necesidad de minar el vínculo de este con el otro padre. Puede ayudar a fraguar el rol de un padrastro sano el hecho de destacar la habilidad para apoyar con éxito la relación del hijo con el padre no custodio. El tratamiento con resultados positivos ayudará al padrastro a aceptar su competitividad y encontrar formas sanas de expresarla.

Asimismo, cualquier cosa que el terapeuta pueda hacer para ayudar a fortalecer el nuevo matrimonio puede aminorar la necesidad del padrastro de competir con el padre no residente. Si un padrastro tiene relaciones escasas o malas con sus hijos biológicos de un matrimonio anterior, tomar medidas para mejorar estas relaciones puede reducir el sentido de competitividad con el padre no custodio de los hijastros.

La competencia puede ser biunívoca. Tras el nuevo matrimonio, el antiguo esposo puede apoyar las relaciones de los niños respecto a su padrastro. O él o ella pueden intentar meter una cuña entre los niños y su nuevo padrastro o madrastra. Cuando el ex esposo está aún soltero, él o ella pueden temer que los niños preferirán el hogar con dos padres porque se aproxima más a la familia intacta que se rompió con el divorcio. Estimulados por estos miedos, el ex esposo puede intentar competir minando el sentido del amor del niño y la seguridad del hogar del nuevo matrimonio.

A menudo, el padre no residente teme que los niños amarán más al padrastro. Este miedo se ve exacerbado si el niño comienza a usar términos similares a papá o mamá cuando se refieren a su padrastro. Porque los niños más jóvenes son más propensos a buscar y a aceptar una relación semi paterno filial con el padrastro, estando también particularmente sometidos al riesgo de ser maltratados o sometidos al lavado de cerebro por parte del padrastro o madrastra. Y también a ser influenciados por una "programación" negativa a causa de su sugestionabilidad incrementada (Ceci & Bruck, 1995). Por ejemplo, un padre puede decirle a su pequeño hijo que su padrastro fue enviado por Satanás. Incuso si el niño no lo cree, empieza a sentirse incómodo en presencia de su padrastro.