Padres y Madres Separados

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NUEVO MATRIMONIO: EL GATILLO PARA DISPARAR EL S.A.P.

Richard A Warshak
- University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas, Dallas, Texas, USA

Periódico americano de Terapia Familiar. Número 28, pags. 229-241 - Año 2000.

Los esfuerzos de adaptación para ajustarse a un segundo matrimonio pueden provocar o exacerbar el Síndrome de Alienación Parental (PAS).

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"ME GUSTARÍA QUE EL DESAPARECIERA".

Los progenitores que vuelven a casarse a menudo creen que ahora es cuando tienen el contexto de familia perfecta en el que criar a sus hijos. Pero una cosa cuestiona esta imagen: el antiguo esposo. Muchas parejas de nuevo matrimonio albergan la fantasía "Si tan sólo el ex desapareciera de escena..." Un modo de contribuir a la realización de esta fantasía es interponer una cuña entre los niños y el otro progenitor.

Un progenitor está tanto más predispuesto a contemplar al padre como prescindible en aquellos casos en que el niño era pequeño en el momento del divorcio, o cuando no se llegó al matrimonio y el matrimonio con la segunda pareja sobreviene pronto tras la disolución del vínculo anterior, sea cual fuere. En estos caos, cada padre tiene pocas oportunidades de observar al niño junto a su ex pareja.

Una madre creería, de manera abstracta, que los niños merecen conocer a su auténtico padre. Pero si ella no ha convivido mucho tiempo con el padre y su hijo, no habrá experimentado de primera mano cómo su hijo se beneficia del tiempo que pasa con su padre. Ciertamente, un niño de un año no puede expresar cuanto desea estar con su padre.

Si un historial de interacción familiar conjunta de madre, padre e hijo, es más difícil para la madre el apreciar el papel del padre en la vida del niño. Cuando ella vuelve a contraer matrimonio ella preferirá que tal historial familiar se centre en ella y su marido actual. El padre es contemplado como un intruso. Su involucración complica la película.

Esencialmente, la madre quisiera fingir que su relación con el padre del niño nunca tuvo lugar. Cuando él no acata este planteamiento, se le contempla como alguien que intenta torpedear su segunda oportunidad de tener una familia feliz. Una mujer que volvió a casarse dijo a su ex esposo: "mi hija tiene una madre y un padre en su casa. No te necesita".

Hay gente que cree que cuanto menos tiempo el hijo ha convivido con el padre, menos se pierde si el padrastro reemplaza al padre. Hasta cierto punto, esto es así. En general, los hijos más jóvenes tienen menos dificultades que los mayores para vincularse y desarrollar una relación con un padrastro del tipo de las de un padre y un hijo, y para beneficiarse de la involucración de un padrastro competente involvement (Bowerman & Irish, 1962; Duberman, 1973; Hetherington, Stanley-Hagan, & Anderson, 1989; Lutz, 983; Ransom, Schlesinger, & Dercleyn, 1979). No obstante, no existe razón alguna para que los hijos se vean obligados a elegir. Son capaces de mantener lazos profundos con su padre y su padrastro a la vez.

Incluso cuando su hijo es tan joven que el padrastro podría reemplazar adecuadamente al padre, una madre aún tiene razones para promover la involucración del padre. Cuando el niño es sea mayor puede desear conocer a su auténtico padre. Muchos niños sufren intensos sentimientos de rechazo cuando un progenitor divorciado no ha permanecido vinculado. Los niños y niñas que han perdido el contacto con un padre tras un divorcio tienen más probabilidades de tener problemas en sus relaciones interpersonales y menor autoestima (Biller, 1993; Hetherington, 1972).

Los problemas de los niños pueden, por el contrario, disminuir la calidad de sus relaciones con los progenitores custodios o con sus padrastros.