Padres y Madres Separados

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Divorcio y vuelta al hogar paterno

Regresar a la casa familiar después de un matrimonio fallido provoca un trastorno adaptativo que sufren tanto el individuo que regresa como en el resto de la familia

María Álvarez Septiembre 2005 (De la revista CONSUMER)

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Soluciones
A pesar de las indiscutibles incomodidades que provoca para todos los integrantes de una familia la vuelta a casa de un hijo que se había marchado definitivamente, la situación de crisis siempre puede reconducirse y hacer que los inevitables choques sean más suaves. ¿Cómo? La psicóloga María Rodríguez estima que la solución se encierra en tres palabras clave: tiempo, paciencia y respeto. •

Tiempo:
La persona que acaba de separarse está atravesando una aguda crisis ya porque ha sufrido un revés sentimental muy importante. A ello hay que sumar, en muchas ocasiones, la pérdida de un estatus económico y/o social que tenía en la nueva vida que había desarrollado al margen de su núcleo familiar de origen. Superar el estrés económico y afectivo “lleva su tiempo”, según asegura la psicóloga. Un período temporal que se encuentra dentro de un límite razonable si no supera los 6 meses. Tras este lapso, si la situación continúa estancada y no se supera de manera natural, lo mejor es recurrir a la ayuda de profesionales que ayuden a la persona a salir de su abatimiento.

• Respeto:
Todos los protagonistas del conflicto son personas adultas, por lo que siempre hay que partir de esta premisa para solucionar cualquier roce que surja en la convivencia. Los padres no deben nunca hacer reproches a su hijo porque su situación personal haya desembocado en una relación fallida, ni recordarle que ya le advirtieron del peligro que corría si unía su destino afectivo a una persona que a ellos no les gustaba. Por su parte, los hijos deben adaptarse a la rutina del hogar familiar durante el tiempo que permanezcan en casa de sus progenitores y saber agradecer el apoyo que les brindan sus padres y hermanos.

• Paciencia:
Aunque difícil en momentos de crisis, es la mejor arma para tratar de solventar los roces cotidianos y evitar que la convivencia se haga imposible. Hay que saber relativizar y dar la importancia real que tienen los problemas que van surgiendo a diario. Saber distinguir entre lo urgente y lo importante. Y, además, saber que el período de la vuelta del hijo a casa suele ser transitorio, mientras supera un bache afectivo y/o económico.

La solución ideal para la psicóloga, sin embargo, es que cuando una persona se separa y su situación económica se lo permite, “rehaga su vida de una manera independiente de sus padres”, ya que el divorciado es una persona adulta y siempre es menos traumático manejar su propio destino que tener que regresar a la casa paterna y abordar de nuevo una etapa ya superada.