Padres y Madres Separados

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INFORMES PERICIALES EN ASUNTOS DE FAMILIA

: CRÍTICA METODOLÓGICA, GARANTÍAS PARA EL USUARIO Y PROPUESTAS PARA SU MEJORA.

Julio Bronchal Cambra, psicólogo.

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2. Al no haber una definición clara de las dimensiones que deben evaluarse en el grupo familiar, la metodología utilizada es, en muchos casos, inapropiada, insuficiente y no válida para el propósito previsto:

§ Así vemos una inflación de la importancia atribuida a los tests y cuestionarios clínicos y de personalidad (MMPI-2, 16PF de Cattell, MCMI-II, MIPS etc.) cuyo alcance y valor predictivo, salvo en casos de puntuaciones extremadas, respecto de la competencia parental es muy limitado; su utilidad es muy escasa porque entre las dimensiones que analizan estos instrumentos no se encuentra el rasgo que se pretende evaluar: la capacidad caracteriológica que correlaciona con un buen desempeño parental.

Trasladado al mundo de la física es como pretender medir temperaturas con una balanza o distancias con una probeta. No necesariamente un perfil más o menos normal, tal y como viene definido por estos instrumentos, garantiza que nos encontramos ante una persona con buenas dotes parentales.

Ni tampoco un perfil más o menos idiosincrásico nos habla de incompetencia paternal o maternal. El sujeto puede presentar un perfil muy "normal" y estar sus intereses muy lejos de la crianza de los hijos; o a la inversa, presentar un perfil no tan "normal" y que las "rarezas" caracteriológicas o sindrómicas, no interfieran para nada en la idoneidad parental, y ser el sujeto, por el contrario un magnífico cuidador de sus propios hijos.

Por ejemplo, se puede ser muy "normal" y preferir el fútbol o los culebrones a la atención y cuidado de los hijos. Se puede ser muy introvertido, o atravesar por un episodio depresivo, y pese a todo ser una magnífica madre o un excelente padre.

§ Por otro lado, el predicamento del que gozan estos instrumentos de personalidad, justificado en muchos casos, viene de la mano de su concepción como instrumentos objetivos.

Sin embargo, se olvida que el psicólogo no deja de hacer una interpretación sobre las puntuaciones obtenidas y que mal utilizados, estos tests, también dejan una puerta abierta a la subjetividad y la discrecionalidad del psicólogo.

Cualquier profesional acostumbrado a trabajar con estos cuestionarios sabe que una misma puntuación en una escala puede ser interpretada de maneras muy distintas dependiendo de los adjetivos y rasgos que elijamos para ilustrarla, tomados todos del mismo manual del instrumento. Por poner un ejemplo, una puntuación alta en el factor E del conocido 16PF de Cattell puede definir a un individuo como de mentalidad independiente, seguro de sí mismo y austero.

Pero también como dogmático, hostil, autoritario y extrapunitivo. Es por ello que, cuando se utilizan, es recomendable, para someter las interpretaciones de los protocolos a contradicción, aportar los datos, en definitiva los valores numéricos asociados a cada escala, práctica que no se observa habitualmente en los informes de los gabinetes psicosociales.

§ La falta de rigor, de objetividad y acuerdo entre lo evaluado y lo pretendidamente evaluado, en definitiva el problema de la validez de nuestra investigación, se hace todavía más crítico cuando se echa mano de instrumentos de naturaleza proyectiva, (P. E. el Test de Rosarch), instrumentos severamente criticados por la comunidad científica por no haber demostrado sus cualidades como instrumentos válidos y fiables.