Padres y Madres Separados

Ayuda práctica, jurídica y psicológica padres, madres, separados, divorciados e hijos

TODAS PUTAS, por Hernán Migoya

(Nota: no está de más conocer algo del contenido del libro editado por la Editorial propiedad de la directora del Instituto de la Mujer)

Publicado el

Entonces, ¿por qué no a las violaciones?

 

¿Por qué seguimos demonizando a los violadores, como si fueran monstruos, cuando son personas normales y corrientes, honrados padres de familia con una pequeña afición que da la casualidad de que ahora está considerada un delito y tipificada como tal? No digo yo que no haya que castigarlo, pero tampoco exageremos.

 

Que una violación es sólo eso, una violación, y a veces ni siquiera sabes si lo es. En el fondo, ¿cómo va uno a estar seguro, si igualmente, desde el principio de los tiempos, ellas nunca te dicen si quieren follar o no? Ellas nunca te dicen nada. Porque, entre ustedes y yo, ¿con cuántas mujeres se han acostado a lo largo de su vida que hayan accedido verbalmente a hacer el amor, diciendo «sí» explícitamente? Permítanme dudar que sean demasiadas.

 

Sin embargo, ¿con cuántas mujeres se han acostado que al principio dijeran claramente «no»? Con algunas, ¿verdad? y si no lo han hecho, amigos míos, déjenme decirles que se han perdido ustedes muchos buenos polvos. Eso, en cierta forma, les convierte también a ustedes en violadores, ¿no?

 

Siguieron adelante, sin un consentimiento previo, contra la voluntad de ellas, ¿verdad? ¿O contra la «aparente» voluntad de ellas? ¿Quizá es que estaban ustedes seguros de que cuando ellas decían «no» en realidad querían decir «sí»?

¿Se supone entonces que debemos estar siempre adivinando lo que en realidad piensan ellas? ¿Y cómo vamos a poder saberlo nunca con seguridad? ¿Lo saben acaso ellas alguna vez con seguridad? ¿Y cómo vamos a poder fiarnos de un género humano que ni siquiera es capaz de decir lo que piensa y desea? Yo se lo diré, amigos, no se preocupen, que para eso ya estoy al otro lado de la ley: sencillamente, uno no puede fiarse.

Si un hombre respetara desde el principio lo que opina una mujer, el ser humano se habría extinguido hace eras.

 

Así que todo el juego consiste sólo en eso: nunca retirarte antes de tiempo. Y yo me limito a saber aguantar hasta el final. ¿Cómo voy a estar seguro de si quieren follar o no, si nunca me lo van a decir?

De hecho, antes de descubrir este maravilloso y revolucionario método que ha cambiado de golpe mi vida, en aquellos años en que, como cualquier otro tipo vulgar, aún seguía al pie de la letra el rito de apareamiento de la civilización occidental léase citas, siempre follaba más cuando aceptaba de buen grado la primera y rotunda negativa de mis acompañantes femeninas, haciéndoles creer que no me importaba acostarme o no con ellas: luego venían ellas a mí, más sumisas que un chihuahua, y acababan chupándome la polla, se lo juro a ustedes.