Padres y Madres Separados

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Un mejor diálogo con los hijos adolescentes

margarita blanco ( margarita.blanco@sion.com ) envía esta nota desde LA NACION LINE.
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La clave es formular un nuevo contrato en la relación, donde se tengan en cuenta los derechos de todos

La madurez biológica y la inmadurez emocional de los jóvenes desconcierta a los padres El clima doméstico oscila entre el caos y la anarquía total
Hay que negociar permisos y límites

Uno de los conflictos familiares más frecuentes es el que se plantea entre los adolescentes y sus padres.
A veces, la intervención de un tercero neutral entre ambos bandos permite que los problemas se solucionen por medio del diálogo y no por la violencia.
Esa función es la que cumple el mediador familiar.

Pionero en la materia, el doctor Osvaldo Ortemberg ( o.ortemberg@sion.com ) abogado y psicoanalista, explica que el mediador "debe conocer las pasiones que afectan a las partes en conflicto y de los derechos y obligaciones a que las mismas están sujetas.
Por eso, la formación que propugnamos está basada en la capacitación psicoanalítica y jurídica en forma simultánea."

El rol del mediador es intentar que las partes, de manera directa o indirecta, puedan conversar acerca de sus conflictos, dado que en la mayoría de los casos es, justamente, la imposibilidad de comunicarse entre los integrantes de una familia lo que desata y/o profundiza el problema.

En las reuniones no siempre están presentes al mismo tiempo todas las partes.
Sucede que, según explica el experto, tal situación suele reeditar aquellos vínculos en los que se repite la violencia.

"No es una violencia a los golpes -dice Ortemberg-, sino una vasta gama de situaciones visibles e invisibles que, miradas detenidamente, constituyen todas hechos de agresión: injurias, burlas, no pasar alimentos, etc."

Caos y tiranía

Cuando hay hijos adolescentes, la mayor dificultad es cómo abordar el diálogo.
"En el adolescente hay un desfase entre la madurez emocional y la biológica -explica el abogado-.
Psíquicamente es todavía un niño que tiene miedo de renunciar a su niñez, a la vez que repudia esa niñez por exigencia de su maduración orgánica".

Esta situación equívoca desorienta a los padres.
Además, tienen la dificultad de que, si bien ellos padecieron conflictos similares en su adolescencia, no lograron resolverlos adecuadamente porque era habitual que los padres los reprimieran.
Ahora no es así.
"Esa represión condujo a la neurosis que padecen los adultos, a la inhibición o a una actitud temeraria frente a la vida", afirma Ortemberg.

Hoy, en cambio, el adolescente es un sujeto de derecho y pretende ejercerlos.
Sin embargo, todavía no hay en las familias una armonía tal como para que conviva más de un sujeto que pretenda ejercer sus derechos.
El padre es considerado, según la tradición, como el único capacitado para ejercerlos.

Entonces la familia moderna se debate entre el antiguo modo de relacionarse, en la que hay un padre o madre despóticos o bien, la anarquía, donde fallan los límites.
Lo habitual es que en cada familia coexistan ambas modalidades:
caos y tiranía, y probablemente por eso haya tantos divorcios.

La tarea del mediador es facilitar la comunicación entre los padres y el adolescente actual.
Esto se logra reformulando la relación a través de un "contrato nuevo".

Por ejemplo:
si el adolescente se niega a estudiar, a colaborar en el hogar, tiene horarios que alteran el ritmo familiar, no respeta el descanso de los demás, la reformulación de ese convenio suele comenzar por conversar con los padres.
Analizar qué, cuánto y cómo dan, piden o quitan a su hijo, tanto en el aspecto afectivo como el económico.

Un aspecto muy importante es que en el conflicto con el hijo, explica el profesional, suele existir una pérdida dolorosa para los padres:
"Cuando los jóvenes se inician sexualmente, los padres sienten, por sus prejuicios, que ellos ya pasan a cuarteles de invierno .
Aunque no se tenga en cuenta, es necesario tomarlo en cuenta por ser una rivalidad que genera violencia entre el adolescente y sus padres.

Daniela Millán