Padres y Madres Separados

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¿Es moderno el Derecho de Familia?

Manuel Clavero Salvador
Padre no custodio

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Debemos felicitarnos todos por el casi unánime rechazo social a cualquier tipo de discriminación en razón al género o la orientación sexual.

Para ello ha sido necesaria la previa eliminación del ordenamiento jurídico de cualquier vestigio que fundamente la desigualdad legal entre sexos, lo cual debería de haber sido una realidad desde la aprobación de la Constitución en 1978.

Otra cosa, claro está, es la realidad cotidiana, los hábitos sociales que contradicen los objetivos de la igualdad.
Las tareas del hogar y la crianza siguen siendo en la mayor parte de las familias responsabilidad de la mujer, y no hay equidad en el mercado laboral. Ambos hechos están, sin duda, relacionados.

Sabemos que superadas la mayor parte de las discriminaciones legales (pero no todas), los auténticos obstáculos residen en el plano cultural.
No puede obligarse por ley a que se comparta cocina, biberones o fregonas, aunque los cambios de actitud y comportamiento puedan favorecerse desde los poderes públicos. Digo que es una cuestión de cultura social, no de género.

No sólo está en el hombre la responsabilidad.
Sin devaluarla hay que reconocer también que muchas mujeres se mantienen orgullosas de su “gobierno doméstico” y que no están dispuestas a compartirlo.

Otras muchas toleran la desigualdad en una actitud cómplice.
En cualquier caso habría que celebrar que el número de parejas equitativas y solidarias está creciendo.
Que, por ejemplo, está surgiendo un nuevo modelo de padre que no entiende de diferencias en obligaciones y derechos respecto a los hijos.
Es un fenómeno coherente con las aspiraciones de igualdad real entre sexos, aunque de alcance desconocido por la falta de estudios y el escaso interés que por él muestran las administraciones y los colectivos dedicados a las “políticas de género”.