Padres y Madres Separados

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LOS MALOS TRATOS PSICOLÓGICOS

Parece ser que durante el pasado año judicial ha habido 27.000 casos de malos tratos físicos
Ramón PAstor Quiránt.
Presidente Unión de Separados

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ya saben, ésos en los que hay violencia de obra y hecho efectuada con manos, puños, etc.
Pero observo que nada o casi nada hablan de los malos tratos psicológicos que sufre muchísima gente. Yo, desde aquí, animo a los cientos de miles de hombres separados y divorciados o en vías de separación a denunciarlos, pues aquello que no se denuncia, sencillamente, no existe.

He dicho bien: a los hombres.
Pues ellos son los que, salvo las excepciones que confirman la regla, pierden de forma rotunda a sus hijos en una separación, y a cambio reciben un régimen de visitas. Ya de por sí, la palabra visitas es despreciativa e indica a las claras el concepto ínfimo que se tiene de la paternidad.
Pero es que hay más:
ese régimen suele ser miserable e indigno, porque debido a su incomprensible raquitismo los padres no podrán educar a sus hijos, atenderlos cuando estén enfermos, cuidarlos con su amor de padres, verlos más allá de una pocas horas cada dos semanas.
En definitiva, a los padres les arrebatan sus hijos vilmente y sin razón alguna, lo cual supone un dolor increíble y un mal trato psicológico tan cruel o más como el peor mal trato físico.
Eso, sin olvidar que también el entorno familiar paterno de primos, abuelos, tíos, etc., pierde prácticamente el contacto con esos niños, que se ven privados así de toda una serie de referencias íntimas claves en su desarrollo personal.
No nos extrañe si muchos de ellos acaban traumatizados de por vida o con crueles secuelas emocionales que les impedirán llevar una vida normal.

Y no sólo eso. Los padres separados pierden automáticamente sus viviendas, incluso aquellas que recibieron por herencia familiar y que, por lo tanto, son anteriores al matrimonio. En poco más de 24 horas después de la separación, sufren el increíble mal trato psicológico, la ignominia, de tener que volver con las manos vacías y humillados a las casas de sus padres, como si volvieran a ser unos chavales sin oficio ni beneficio.

Pero si quisieran alquilar un piso, tienen que hacerse cargo de sus gastos con el exiguo salario que les queda después de hacer frente a una pensión desorbitada y vitalicia para sus ex mujeres, con las cuales, evidentemente, ya no tienen ninguna relación pues para algo se han separado o divorciado de ellas.

Y no digamos de las pensiones de alimentos, sufragados íntegramente por ellos, vacaciones cuando están con ellos incluidas, como si la ex mujer no tuviera el deber de pagar nada por esa manutención.
En definitiva, se les hipoteca el futuro y se les condena a sufrir una situación permanente de desamparo mientras que las ex mujeres se han quedado con la vivienda, los hijos, la mitad del salario del ex marido, Hacienda les exime de gravámenes en el IRPF, ya que se los carga a los padres, como si no se les hubiera expoliado bastante…