Padres y Madres Separados

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Paranoia

Enfermedad del Alma y de la sociedad.

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Las «paranoicas», uniformemente, reconocibles por su «conducta característica». Es algo que se percibe tan pronto como se entra en trato con alguna, y se habla con ella sobre cualquier tema.
Se identifican por cuatro grandes rasgos de carácter más o menos evidentes: la sobrestimación de sí mismas, manifiesta o disimulada, que va de la simple suficiencia a la megalomanía; la psicorrigidez, es decir, la falta de flexibilidad; la terquedad, con un culto particular a la lógica pura, al derecho convencional.
Culto al deber puramente formal. Carece de matices. La desconfianza, la susceptibilidad, y la íntima convicción de que alguien le quiere perjudicar.
La insociabilidad es normal en estas personas, que solo admiten a los que le dan la razón sin fisuras, en todos sus extravíos mentales. El paranoico se declara a menudo herido, dañado por sus contactos con otro individuo o con la sociedad. Supone siempre, que los demás le impiden desarrollar sus propias capacidades, por envidia o por otros oscuros motivos que incuban en su mente enferma, pero que no reconocerán jamás ante nadie.
Es siempre el otro el que tiene la culpa, y lo cree con tal firmeza, que junto a su estricta forma de encarar los sucesos, siempre tiene motivos de crítica a cualquier cosa sucedida, transcurra esta de la forma que sea. Para ella está mal hecho todo lo que ejecuta otro. En cambio ellas son perfectas, y creen de verdad que lo hacen todo perfecto, y no más excelente todavía, porque los demás se lo impiden con sus torpezas o su mala intención.
Es agresiva, vengativa, rencorosa, y sobre todo, maliciosa. Insolente y descarada, su falta de amigos personales lo atribuye a conspiraciones, o en su envidia patológica, a que se la aísla adrede sin reconocer ni advertir, que es su conducta el origen y causa de su ostracismo.
Es temida adonde quiera que llega y todos los que la tratan le tienen miedo, y están tan hartos de ella, que solamente las obligaciones de familia la mantienen comunicada con gran tiento y prudencia en el trato con ella, y deseando todos de salir de su nefasta cercanía o influencia.
Es una peste continua, ya que tampoco se le puede internar, y en otros aspectos de la vida pueden ser buenas amas de casa, aunque hoscas y ásperas con niños y parientes.