Paranoia
Enfermedad del Alma y de la sociedad.
Publicado el
Democracia es una nueva forma de convivir entre seres humanos, con dignidad, honor para todos, y reparto equitativo de derechos y deberes.
Otra cosa NO es democracia, sino un remedo de ella. Para que haya democracia tiene que haber demócratas, y para que haya justicia tiene que haber personas justas y equitativas, y no la filosofía al uso como remate de la modernidad. El periodismo, aún el que se nutre de noticias frívolas y golpes de efecto, es periodismo, sin reticencias, y sirve a cada sector de la sociedad en lo que a cada cual le agrada o interesa.
Lo que no es periodismo es conocer un sistema que provoca estas consecuencias y otras que conocen también, pues por algo los periodistas tienen buen olfato, y callarlo o maquillarlo para que la cosa tenga solo la difusión inevitable, pero manipulando u ocultando la realidad. Eso es otra cosa que no calificamos. Si queremos libertad y libre expresión, es preciso que los medios de comunicación se ocupen de este terrorífico estado de cosas, y lo traten como es debido en todas sus dimensiones.
Eso saben hacerlo como profesionales y hasta convertir cualquier nadería en notición si se trata debidamente «hinchando el perro». No estamos bromeando. Como no queremos caer en el lamentable extravío de pretender enseñar al que ya sabe, el ruego queda en pié. La conciencia hará lo demás. ¡Si la hay!
Fin de este trabajo. Martes 22 de diciembre de 1998.
Otra cosa NO es democracia, sino un remedo de ella. Para que haya democracia tiene que haber demócratas, y para que haya justicia tiene que haber personas justas y equitativas, y no la filosofía al uso como remate de la modernidad. El periodismo, aún el que se nutre de noticias frívolas y golpes de efecto, es periodismo, sin reticencias, y sirve a cada sector de la sociedad en lo que a cada cual le agrada o interesa.
Lo que no es periodismo es conocer un sistema que provoca estas consecuencias y otras que conocen también, pues por algo los periodistas tienen buen olfato, y callarlo o maquillarlo para que la cosa tenga solo la difusión inevitable, pero manipulando u ocultando la realidad. Eso es otra cosa que no calificamos. Si queremos libertad y libre expresión, es preciso que los medios de comunicación se ocupen de este terrorífico estado de cosas, y lo traten como es debido en todas sus dimensiones.
Eso saben hacerlo como profesionales y hasta convertir cualquier nadería en notición si se trata debidamente «hinchando el perro». No estamos bromeando. Como no queremos caer en el lamentable extravío de pretender enseñar al que ya sabe, el ruego queda en pié. La conciencia hará lo demás. ¡Si la hay!
Fin de este trabajo. Martes 22 de diciembre de 1998.