Los niños y sus problemas de conducta
Una de las tareas más importantes a las que se debe enfrentar el ser humano en algún momento de su vida, es la educación de sus hijos.
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Parece más útil en vez de indagar el por qué nos cuestionemos PARA QUÉ mi hijo hace esto o aquello. Nos bastaría con observar que ocurre DESPUES de que el niño actúe de esa determinada manera.
Hace años un psicólogo THORNDIKE, formuló la primera ley que parece seguir el comportamiento humano, lo que llamó LEY DEL EFECTO. De igual manera que los cuerpos se atraen entre si de acuerdo con la ley de la Gravitación Universal, las personas tienden a repetir un comportamiento de acuerdo con la ley del efecto. Es decir que la conducta humana no tiene unas causas que la provocan y por lo tanto la explican sino una finalidad, un objetivo. A través de nuestro comportamiento, provocamos unos efectos y obtenemos unas consecuencias
A las consecuencias que el individuo considera “deseables” Thorndike los llamó REFORZADORES ya que refuerzan esa conducta, contribuye a que se mantenga a lo largo del tiempo (igual que un pilar sustenta y mantiene un techo). En cambio Thorndike observó de manera sistemática y repetida que si una conducta determinada provoca unos efectos indeseables para quien lo ejecuta, esto es si las consecuencias para una persona de una forma concreta de comportarse son “poco o nada” deseables entonces esa conducta se “debilita” y tiende a no repetirse en el futuro.
Esta es la explicación que obtuvimos los psicólogos del comportamiento habitual del ser humano. Aprendemos a no tocar los objetos calientes porque las consecuencias no son nada agradables y aprendemos a escribir, leer, cocinar, porque las consecuencias son agradables.
Aquí tenemos el primer “secreto” de la educación. Si deseamos que un niño adquiera un hábito, debemos provocarle una consecuencia deseable para él, cada vez que se comporte de una manera que nos parezca adecuada y sin demora en el tiempo, puesto que los reforzadores pierden eficacia si no son inmediatos a la ejecución de la conducta. Por el contrario si queremos que deje de comportarse de un modo inadecuado debemos proporcionarle una consecuencia indeseable para el cada vez que actúe de ese modo.
Muchos padres podrán pensar que en el papel todo es mucho más sencillo, que la teoría es una cosa; pero en la práctica del día a día las cosas se complican o que el comportamiento de nuestro hijo/a es mucho más complicado de los ejemplos que pueden poner los psicólogos… sin duda puede haber parte de razón en estas objeciones; pero merece la pena intentar métodos alternativos, si los resultados de los procedimientos habituales de intervención que utilizamos no nos está funcionando ¿no os parece?
Seguiremos comentando aspectos relacionados con la educación de nuestros hijos. El tema lo merece.
Gabinete SEIVA
Hace años un psicólogo THORNDIKE, formuló la primera ley que parece seguir el comportamiento humano, lo que llamó LEY DEL EFECTO. De igual manera que los cuerpos se atraen entre si de acuerdo con la ley de la Gravitación Universal, las personas tienden a repetir un comportamiento de acuerdo con la ley del efecto. Es decir que la conducta humana no tiene unas causas que la provocan y por lo tanto la explican sino una finalidad, un objetivo. A través de nuestro comportamiento, provocamos unos efectos y obtenemos unas consecuencias
A las consecuencias que el individuo considera “deseables” Thorndike los llamó REFORZADORES ya que refuerzan esa conducta, contribuye a que se mantenga a lo largo del tiempo (igual que un pilar sustenta y mantiene un techo). En cambio Thorndike observó de manera sistemática y repetida que si una conducta determinada provoca unos efectos indeseables para quien lo ejecuta, esto es si las consecuencias para una persona de una forma concreta de comportarse son “poco o nada” deseables entonces esa conducta se “debilita” y tiende a no repetirse en el futuro.
Esta es la explicación que obtuvimos los psicólogos del comportamiento habitual del ser humano. Aprendemos a no tocar los objetos calientes porque las consecuencias no son nada agradables y aprendemos a escribir, leer, cocinar, porque las consecuencias son agradables.
Aquí tenemos el primer “secreto” de la educación. Si deseamos que un niño adquiera un hábito, debemos provocarle una consecuencia deseable para él, cada vez que se comporte de una manera que nos parezca adecuada y sin demora en el tiempo, puesto que los reforzadores pierden eficacia si no son inmediatos a la ejecución de la conducta. Por el contrario si queremos que deje de comportarse de un modo inadecuado debemos proporcionarle una consecuencia indeseable para el cada vez que actúe de ese modo.
Muchos padres podrán pensar que en el papel todo es mucho más sencillo, que la teoría es una cosa; pero en la práctica del día a día las cosas se complican o que el comportamiento de nuestro hijo/a es mucho más complicado de los ejemplos que pueden poner los psicólogos… sin duda puede haber parte de razón en estas objeciones; pero merece la pena intentar métodos alternativos, si los resultados de los procedimientos habituales de intervención que utilizamos no nos está funcionando ¿no os parece?
Seguiremos comentando aspectos relacionados con la educación de nuestros hijos. El tema lo merece.
Gabinete SEIVA